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Sobre Roland Barthes y la dimensión temporal

Por David Schäfer

1957 Mythologies (incluye: L’acteur d’Harcourt, Photo-chocs, Photogénie électorale y La grande familia des hommes. Los más importantes a los fines de nuestro taller: Fotoimpactos y Fotogenia electoral)
1961 “Le message photographique” (define a la fotografía como el “analogon perfecto”, un mensaje sin código, abriendo con esta afirmación un sinnúmero de controversias, en La chambre claire (1980) volvió sobre el tema: “…la Fotografía, dicen ellos [sociólogos y semiólogos], no es una analogon del mundo; lo que representa está fabricado, ya que la óptica fotográfica se encuentra sometida a la perspectiva albertiniana (perfectamente histórica) y que la inscripción en el cliché hace de un objeto tridimensional una esfinge bidimensional. Tal debate es vano: nada puede impedir que la Fotografía sea analógica; pero al mismo tiempo el noema de la fotografía no reside en modo alguno en la analogía (rasgo que comparte con toda suerte de representaciones). Los realistas, entre los que me cuento y me contaba cuando afirmaba que la Fotografía era una imagen sin código –incluso, si, como es evidente, hay códigos que modifican su lectura-, no toman en absoluto la foto como “copia” de lo real, sino como una emanación de lo real en el pasado: una magia, no un arte. Interrogarse sobre si la fotografía es analógica o codificada no es una vía adecuada para el análisis. Lo importante es que la foto posea una fuerza constantiva, y que lo constantivo de la Fotografía no ataña al objeto, sino al tiempo. Desde un punto de vista fenomenológico, en la Fotografía el poder de autenticación prima sobre el poder de representación” 154-155pp
1964 “La rhétorique de l’image”.
1980. La Chambre Claire

Barthes plantea que la diferencia entre la fotografía y los otros sistemas de representación es que ésta requiere de “la cosa necesariamente real” colocada ante el objetivo de la cámara. Es una condición fundamental que la cosa haya estado ahí. En esta afirmación hay una doble posición conjunta: de realidad (la cosa real) y de pasado (que haya estado ahí), esta es la esencia de la fotografía y queda resumida en el noema “esto ha sido”. Dicho noema da cuenta de algo que se ha encontrado allí, irrecusablemente presente, pero que ha sido separado, diferido.
La fotografía no inventa nada, es autentificación pura, un certificado de presencia, ratifica lo que ella misma representa por la vía de la certidumbre. No obstante, aclara el autor, hay que tener en cuenta que la fuerza constantiva en la fotografía no concierne al objeto sino al tiempo. En la imagen las experiencias no tienen continuidad, “la inmovilización del tiempo sólo se da de un modo excesivo, monstruoso: el Tiempo se encuentra atascado”. Después del clic del disparador no hay futuro posible, en la fotografía encontramos la muerte llana pues todo queda fijado allí para siempre y ya nada se puede modificar -no hay vuelta atrás-. Para Barthes, la fotografía ofrece “el misterio de la simple concomitancia” de lo pasado y de lo real al mismo tiempo.

El  Punctum como experiencia y  la Foto del invernadero
El que mira termina siendo mirado
La aparición de la Foto del invernadero abre una herida. Si bien es él quien emprende la búsqueda de una imagen que represente a su madre termina siendo la imagen de su madre quien sale a su encuentro. Una mirada sale desde la imagen para devolver al sujeto su propia mirada, un pinchazo, una herida, que activa la memoria involuntaria  en la contemplación de esta imagen particular.  Se trata de la presencia de una verdad que no tiene que ver con el parecido físico que ofrecería el código naturalista de la foto sino que alude a la “empatía”, podríamos decir, que genera el descubrimiento de un sujeto en la foto.
En términos de W. Benjamin ésta podría tratarse de una experiencia aurática ya que (…) en la mirada se halla implícita la espera de ser recompensada por aquello hacia lo que se dirige. Si esta espera (…) se ve satisfecha, la mirada obtiene, en su plenitud, la experiencia del aura (…) quien es mirado o se cree mirado levanta los ojos.


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